
Hoy nos hemos acercado al mar al amanecer y había esa brisa deliciosa que nos recuerda al oído la llegada de la primavera.
Esa brisa limpia después de las tormentas que nos incita a escuchar con ilusión infantil el canto de las ballenas.
Sería formidable.
Ver surgir al gigante juguetón, salpicándonos de vida.
Pero no, no hay ballenas en este mar y, a poco que nos descuidemos, desaparecerán de los otros mares.
Y, aunque apenas sabemos quienes son, hemos unido la realidad y los sueños para traeros a nuestros cachorros. Hechos con pasión.
Taller Cristina Ortiz

Fotografía DCO